A escasas dos semanas para poner fin a este 2020 tan… diferente, Chiki Lora y los suyos deslumbraron en el mítico Lavapiés, en concreto en la Sala Club 33. La cita tuvo lugar el viernes 18 de diciembre en una tarde-noche con olor a rumbita.
Una sala de tantas que se ha convertido en un pequeño rincón donde se disfruta de la música en directo y, como no, donde recibió a este tan maravilloso músico con los brazos bien abiertos.
Tras unos minutos de prueba de sonido y luces, se alcanzaban alrededor de las siete de la tarde cuando los acordes de Chiki Lora comenzaron a sumergir aquel pequeño mundo inmerso en Lavapiés, en una fiesta deseosa por todas las personas allí presentes.
Mascarillas, medidas de seguridad, gente con su cervecita en la mano (que no podía faltar) y un pequeño pero caluroso escenario, daban pie a la que se iba a convertir en una tarde diferente. Con el alma abierta, los poros abiertos para recibir cada nota que sonara…
Guitarra y voz por aquí, trompeta con Enriquito por allá en un sinfín de notas, de emociones y de sensaciones echadas tanto en falta durante este tiempo de atrás, que sobraban las palabras. Sin olvidarse, por supuesto, del toque de cajón y percusión de Rodrigo Diaz El Niño, del infalible bajo de Bruno Lopes y de los potentes coros de Antonio Bravo.
¡No se podía pedir más! El arte estaba saliendo por cada rincón que daba forma al Club 33 y esa tarde-noche, Lavapiés bailaba al ritmo de Chiki Lora & Company. Buen ambiente, familiar donde los haya, con alguna que otra cara conocida y, eso si, con una buena y fresquita cerveza sobre la mesa. SerPa Producciones había dado en el clavo para llevar a Madrid a un Chiki Lora entregado.
Fueron algo más de dos horas de disfrute y de evasión mental; con palmas, risas, brindis y apertura de oídos. Un delicioso manjar al que llevarse no sólo a la boca, sino también al interior de unx mismx.
Chiki lo volvió a hacer una vez más y, como no, en la capital. Dejó con un buen sabor de boca a todxs lxs asistentes y difundió su música por todo lo alto con su buen cantar, su buen hacer, su buen crear y su buen vibrar. En la noche del dieciocho de diciembre, Madrid brilló y sonrió gracias a la música que este artista genera con el alma abierta.
Texto y Fotografías: Inma García de la Rosa Zamorano