Crónicas de Conciertos

[Crónicas de Conciertos] Euskádiz en Café Berlín, Madrid (14/01/21)

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El poder de la música para expresar emociones es infinito. Tanto, que puede esconderse y salir por los rincones más inesperados de nuestro cuerpo. Desde poner los pelos de punta, hasta hacer llorar o reír, quién sabe, a cualquiera.

Es magia, es vida, es sentimiento, es pasión. Tanta pasión y arte como la que desprendió Euskádiz, una de las composiciones musicales del momento con más alma y carácter que han pasado por Madrid, la noche del jueves 14 de enero en el prestigioso Café Berlín.

Formada por Juanito Makandé, Juan Sebastián, David Bao, Iván Ruíz, Enriquito, Mikaela Vázquez y Juanma Montoya, esa noche sobrevolaban por la capital notas, acordes, cánticos a la vida, a la libertad, a dejarse llevar por los instintos…

El Café Berlín estaba de fiesta, pero no de una fiesta cualquiera, no. Estaba vestido de saber escuchar mirando, por fin, al escenario. Sentir, además, cómo los dedos de Juan Sebastián bailaban con el piano, cómo Mikaela cerraba los ojos y desnudaba su alma con el violín, o cómo Juanito Makandé se derretía con cada frase que salía de su boca.

Pero la fiesta no se queda ahí. Juanma, con la guitarra, era pleno fuego en esa fría noche madrileña. Enriquito con su trompeta, hacía volar con cada nota que salía de su instrumento, como Iván, quien despertaba el instinto con sus manos tocando aquel maravilloso contrabajo. Sin faltar la mención, por supuesto, de David Bao quien, con delicadeza, se sumergía con las baquetas entre plato y plato de la batería.

Así, como te lo estás imaginando. Euskádiz vendrá de varias partes del “mundo”, pero son calma y fuego, son ira y sosiego, son mar y tierra. Son sentir, y dejar sentir. Con lemas a la vida, a la luna, al arte de tocar, y dejar tocar (se). Su música te envuelve y te desnuda. Te acaricia desde el primer instante en el que salen al escenario.

“Viviré”, “Luna de Madrid”, “So beautiful” o una de tanguillos. ¿Qué más da? Cada  tema que sonaba esa noche en el Café Berlín, cada parpadeo musical que hacían, cada mirada cómplice o risas improvisadas… Todo eso, se transmitía al público. Todo eso, llegaba hasta el poro más minúsculo de la piel de cada asistente. En verdad, emocionaba, ¡y de qué manera!

Una cosa está clara; y es que Euskádiz, con su sol perenne en cada concierto que dan, con su planta y su pureza, con su diccionario musical y su carácter, son música. Y la música es arte, y el arte hay que cuidarlo hasta que uno/a cierre los ojos para siempre y su alma quede sobrevolando las calles de Madrid, bailando con esas notas y esos acordes que estos músicos regalan cada vez que pisan el Café Berlín.

Texto y Fotografías: Inma García de la Rosa Zamorano