La mítica Sala Copérnico ubicada en pleno corazón de Madrid, se puso de gala el pasado viernes 31 de enero para recibir a los valencianos Funkiwis y a los gallegos Dakidarría. Para despedir enero por todo lo alto y con estilazo, ambas bandas prendieron fuego a la capital llegando casi al sold out de las entradas.
Cada una de un extremo de la península y unidas en el corazón de la península. Dakidarría y Funkiwis llegaron con las armas bien cargadas y el sentimiento revolucionario bien preparado. Sobre las nueve de la noche del viernes, los valencianos daban comienzo a esta gran cita con «Vienen a por ti». Como si de una explosión se tratara, el sonido en la Copérnico penetró por cada rincón, por cada escondite del local. Fuerza en las notas, expresión máxima en las letras y mucha actitud. Estos jóvenes tenían claro que si llegaban a Madrid, tenían que dejar marca, y así lo hicieron.
Presentando una mezcla de temas antiguos y más recientes de su último trabajo (Baile de buitres, 2019), el setlist continuaba con «Ladrón» y «Déjenme dudar». Los saltos, la locura y el buen rollo se apoderaron de las tablas. Todxs lxs presentes habían tenido que calentar bien sus cuerpos para poder aguantar tal momento. Madrid estaba volcada completamente esa noche. Todas las miradas puestas en ellos, volando casi sin darse cuenta, bailando con cada nota y, sobretodo, disfrutando de la buena música.
Funk, Hip-hop, Rock y Reggae. Toda una mezcla de estilos que sonaron al unísono, al mas estilo Funkiwis. Con una actitud activista propia de la maravillosa juventud y una madurez que permite una toma de conciencia sobre la realidad actual en que se vive, los valencianos sacaron la bestia que llevaban dentro con «Baile de buitres» dando zancadas de elefante con «Pasos de gigante». Y si, no podía faltar esa noche el tema más joven de la banda: «Otro lugar». Más que público, todos y todas las que quisieron disfrutar del evento, simulaban una marea gigante que les arropaba.
Pero su turno se estaba acabando, cuando «In da house» y «Dos hostias» marcaban el punto y seguido de esa eufórica noche. Funkiwis daba paso a sus compañeros de gira; a los gallegos Dakidarría.
Con una descarga de fiesta muy llamativa, y tras brincar sin parar con los de Valencia, Dakidarría aterrizó en la Copérnico reventando el escenario y dejándose la piel desde el principio con «Escanio». Llegaron a la capital para dar guerra y mostrar su mirada más crítica y revolucionaria de la situación social, cultural y política que nos rodea. «A mocidade activa» sonaba por toda la sala, con el público acompañándoles con sus coros y banderas revolucionarias. El ambiente estaba extremadamente caldeado. Una puesta en escena brutal con energía tanto arriba como abajo del escenario. Pogos, chupitos, disfrute y rebeldía.
Los gallegos marcaron territorio con «En Compostela», y es que ya se sabe que Dakidarría es muy fiel a las ciudades y pueblos que conforman su territorio. «Lenguas ceives», «Lume» y «Futuro» no podían faltar en el repertorio. La Copérnico se había volvado de lleno con los de Galicia. Complicidad, entusiasmo y sinceridad en sus letras. Después de todos los años que llevan prendiendo fuego a los escenarios, continúan con la misma esencia (o más) del principio. Así son ellos; una pequeña gran familia que allá por donde vaya dejan una huella en todos y todas aquellas que disfrutan viéndoles.
«Sobran as palabras» para expresar lo que se podía apreciar desde abajo. Las caras de emoción del público, las ganas de Dakidarría y de arrasar con todos los minis esa noche, estaba más que claro. Tanto, que el propio calor se manifestó en ligeras gotas que caían del techo de la sala.
Era el momento cumbre de esa cita tan rockera cuando las notas de «Mil berros» retumbaba hasta la otra parte de Madrid. Isra «El Ligre», quiso formar parte de tal experiencia y apretó bien las cuerdas de su bajo para que sonara hasta en la ultratumba. Trece temas y muchas letras con mensajes combativos fueron los que se dispararon en el repertorio de Dakidarría.
Pero aquel momento tan maravilloso estaba llegando a su fin. Ambos grupos se habían dejado el alma en aquel mediano escenario y el público no cabía en sí. Todo había salido viento en popa, quizá mejor de lo que se esperaba. Besos, abrazos, choques de manos y miradas cómplices. Madrid estaba de fiesta en una celebración valenciana-gallega que alcanzaba casi la medianoche. Y que, estoy segura, que muchos y muchas la hubieran alargado hasta el amanecer, o incluso varios días más.
Funkiwis y Dakidarría llegaron a la capital con los brazos bien abiertos, dispuestos a recibir al público madrileño (y de alrededores) a lo bestia. Madrid, por su parte, se había rendido a sus pies en una fecha destinada al embotamiento de los sentidos con la esencia más combativa y el entusiasmo más activista de los tiempos que corren. Una unión de generaciones e incluso de emociones, que quedará marcada en el calendario para el resto de los años.
Texto y Fotografías: Inma García de la Rosa Zamorano