Entre la locura, el desparpajo y la música dejaron verse en la capital Las Bajas Pasiones el pasado 5 de marzo en la Sala Moby Dick. Con un Sold Out en el primer pase (19:00 horas) a todo trapo, también abrieron una segunda sesión (21:00 horas) en el que, seguro, que no faltó detalle.
Con luces locas, boas decorando los micrófonos, y un par de mesas donde estas artistas colocaron sus ordenadores a la vez que pinchaban, la Moby Dick se había convertido en una auténtica fiesta.
Sin un hueco libre en aquellas mesas y con las medidas correspondientes, Trus.ty, Edu y Toni salieron a quemar la noche madrileña. Con su desparpajo y descaro habitual, acompañadas por esas letras que hacen ver una realidad paralela a lo que la sociedad está acostumbrada a mostrarnos, ellas, Las Bajas Pasiones, se comieron el escenario.
Cervecita por aquí, Gin tonics por allá… Daba gusto echar una mirada a todo el garito y ver los “ojos” de felicidad de todas aquellas personas puestas con la mirada en el escenario.
Un escenario, por cierto, algo pequeño, pero con más arte, libertad y descaro que uno se pueda imaginar. Ellas estaban maravillosas y plenas, muy plenas. Y las letras…esas letras que cada unx de los asistentes no cesaban en tararear debajo de las mascarillas, más que espléndidas.
Aquello se convirtió en una noche distinta, con la música de Las Bajas Pasiones como himno y dejando atrás toda la situación que llevamos viviendo desde hace algo más de un año.
Porque son capaces de eso. Toni, Edu y Trus.ty son las reinas de la noche, y del día. De hacer ver una realidad a través de su música que muy pocas personas son capaces de hacer. Son arte, son vida, son libertad. Madrid se enamoró esa noche de ellas, de su potencial y de las ganas de vivir cada día como si fuera el último.
Texto y Fotografías: Inma García de la Rosa Zamorano
