Y de repente… Madrid brilló. Valira aterrizaba en la capital en un fin de semana repleto de bonita música, bonitas letras y con Supernova como gran protagonista de toda esta historia. El pasado 11 de abril, los de Gandía se abrieron en canal para presentar en la capital el que es su nuevo y delicado trabajo.
Último día en el que el grupo se dejaba ver en Madrid, y en el que pusieron todas las ganas del mundo para volcarse a su público encima del escenario de la Sala 0, en pleno corazón de la capital.
Una cita para el vermut mañanero en la que no faltaba detalle. Mesas preparadas, la gente ansiosa por entrar en la sala y poder disfrutar de una bonita velada viendo como Juan, Gabi, Carlos, Ferdy y Roberto se acomodaban en sus respectivos sitios y daban rienda suelta a la maravillosa música que son capaces de crear…
Comenzaba a sonar la primera nota y ya los pelos se erizaban. Calidad musical, calidad en las luces y en el sonido, y un público entregadísimo que no dejó de acompañar al grupo con sus cánticos en ningún momento. Una conexión entre el público y Valira, y Valira y el público que con tan sólo recordarlo, ya entra un cosquilleo en la tripa bastante especial.
Magia. Aquella mañana se había convertido en un domingo mágico en el que Valira brillaba por si solo. Tanto, que con tan sólo cerrar los ojos en aquel espacio que ellos mismos crearon, podías sentir la energía de la música hasta en las entrañas.
Luces acogedoras y pequeñas sobre el escenario, en un ambiente muy especial que sólo ellos lo pueden conseguir y que, a su vez, hacían grande el momento. Ese momento en el que se dejaba atrás todo lo malo, y sólo se tenía presente las notas, los acordes, las letras tan emotivas y delicadas que Valira había creado en este nuevo trabajo, “Supernova” y las que venían también de años atrás.
La Sala 0 se había convertido por completo en una especie de “templo de cristal”, en el que lo más importante en ese momento era sentir y dejarse llevar por Valira. Sonrisas bajo las mascarillas, apretones de manos, y hasta lágrimas. Recuerdos que te vienen a la memoria con tan sólo escucharles, vivencias que han marcado, sensaciones… Todo un conjunto de emociones que estos grandes músicos hicieron realidad en aquella especie de universo que habían creado.
Aquel domingo Madrid sonrió gracias a ellos. Gracias a su música, a su delicadeza, a su trato con la gente que disfruta viéndoles, a su magia. Porque son eso, un eco de felicidad y de reflejo que deja huella allá por donde pisan.
Texto y Fotografías: Inma García de la Rosa Zamorano
