Por una razón u otra, hacía tiempo que no veía a Nile en directo. Siempre vienen acompañados de buenas bandas, y en esta ocasión no fue la excepción, con los romanos Hideous Divinity como principales aliados. Sin embargo, en los últimos años siempre surgía algo que me impedía presenciar su brutalidad. Con el 17 de septiembre marcado en el calendario, esta vez no me los perdí.
Cuando los húngaros Monastery comenzaron su actuación, éramos unas 20 o 30 personas. A pesar de que se formaron en 1989, eran totalmente desconocidos para mí. Lo más destacable fue la impresionante voz gutural de su vocalista Roland Kovács, cuya caja torácica parecía la de un rinoceronte. Aunque empezaron de manera un tanto tibia, poco a poco fueron ganando intensidad con su death metal simple, salpicado de elementos melódicos y algún que otro breakdown moderno. Al final, lograron convencerme.
La gran sorpresa de la tarde vino de la mano de Intrepid. Estos jóvenes estonios, con apenas 22 o 23 años, nos dieron una lección de death metal de la vieja escuela. Con sus rastas girando en círculos y la imponente voz de Raiko Rajalaane, costaba creer que semejante potencia vocal saliera de alguien tan pequeño. No pararon de hacer headbanging, sin preocuparse por el dolor de cuello que a muchos nos daría al día siguiente. Con una actitud arrolladora, un sonido imponente y un batería imperturbable a un ritmo frenético, fueron los mejores del día después de Nile.
Con Hideous Divinity, la conexión no fue tan buena. Algo no terminaba de encajar, y no fui el único en notarlo. Les habría venido bien una segunda guitarra en directo, ya que cuando Stefano Franceschini se quedaba solo al bajo en algunas canciones, prácticamente no se le oía. Cuando Enrico Schettino se lanzaba a tocar solos, la banda quedaba algo vacía, a pesar del esfuerzo de Enrico Di Lorenzo en las voces. A nivel técnico no hay quejas, pero les faltó fuerza y contundencia.
Brian Kingsland no pudo unirse a esta gira europea, así que Nile actuó como cuarteto. No obstante, eso no impidió que nos arrasaran con su música, dejándonos como si hubiéramos sido momificados con el cerebro chorreando.
Empezaron con ‘Sacrifice Unto Sebek’ y ‘Defiling The Gates Of Ishtar’. Rápidamente quedó claro que Karl Sanders ha cedido parte del protagonismo en el escenario a Dan Vadim Von (bajo) y Zach Jeter (guitarra), ambos completamente integrados en su nuevo papel dentro de la banda. Con las voces repartidas entre tres, Sanders disfrutaba desgarrando sus guitarras, agradeciendo al público con algún que otro “muchas gracias” de vez en cuando.
Destacaron en la interpretación de su reciente single ‘To Strike With Secret Fang’, aunque el momento más intenso llegó con una brutal interpretación de ‘Kafir!’. George Kollias, uno de los mejores baterías del mundo, no perdió la concentración en ningún momento mientras volaba entre tambores y platos. Si alguien duda de su talento, es porque no estuvo presente.
Me encantó que recuperaran ‘Vile Nilotic Rites’ y ‘Long Shadows Of Dread’ de su álbum anterior, ya que considero que es lo mejor que han sacado en los últimos años. Entre temas como ‘Sarcophagus’, la entrega implacable de la banda, y los finales ‘Annihilation Of The Wicked’ y ‘Black Seeds Of Vengeance’, se vivió una hora y cuarto de espectáculo digno de erigir una pirámide en L’Hospitalet.
Es impresionante lo que pueden hacer con una guitarra o la manera en que maltratan sus cuerdas vocales. En la próxima vida, Nile estarán solos con su inconfundible fórmula, su aplastante potencia y su técnica ultrarrápida.