Críticas de Discos

[Crónicas de Conciertos] Mafalda + La Vallekana Sound System en CSOJ La Atalaya, Madrid (19/11/16)

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La música para muchXs de nosotrXs representa lo que sentimos y vivimos, es transgresión, ruptura con el Régimen, lucha, reivindicación, resistencia y compromiso.  Y para ello debemos precisar espacios, como el que nos brinda lXs compañerXs de la Atalaya vallecana. Hace dos años decidieron dejar de ser resignación para pasar a ser semilla de cambio, optaron pasar de nuestra casa a nuestro municipio, de nuestro municipio a nuestro pueblo, de nuestro pueblo al mundo.

Dos años dotando a la juventud y a las gentes, del (Posiblemente) barrio más luchador del estado, de un espacio propio en los que empoderarse, madurar y tomar sus propias decisiones, adecuadas a los problemas específicos que nos afectan. Hoy tocaba soplar velas y pasadas las 8 de la tarde, los Vitter del Kas y su rock kannabico, arrojan las primeras llamas para encenderlas. Los Vitter, un grupo del barrio, un ejemplo de como la música y la amistad, son ajenos a todo los problemas del vida diaria, forjando, gracias a la música, una solidez plena. Con temas  como Para cuando y Pueblos, nos daban el calor a esta tarde noche fría de otoño. Sonaron a la altura del acontecimiento, tremendamente dignos en sonidos crudos, un punk-rock irreverente que huele a barrio, que huele a la generación de los “Hijos de agobio”, aquellxs 130 muchachxs que a día de hoy, un tanto más mayores, se les puede ver de vez en cuando por la Atalaya.

Recta final de del concierto de Vitter, sonaron Intentando y Porro, Marihuana y Canuto, completando un señor comienzo de fiesta.

Los siguientes en liza Colectivo Warriors, las entrañas de barrio a ritmo de Rap, el colectivo vallecano nos hizo bailar a ritmo de su Hip-Hop, con letras nacidas de la resistencia y compromiso, canción a canción, este jovencísimo grupo, estaba sirviendo como reclamo, a la gente que se emplazaba en los aledaños, la Atalaya se empezara a llenar, la fiesta estaba servida y con ella llegaron La ValleKana Sound System, otro exponente que nació, creció y dará la vida por esta Atalaya y por este señor barrio de entre los barrios. La Vallekana cerraba gira y sobre todo, cierran ciclo, porque me da que lo que viene va a ser sonado. A esta Sound System tan particular, la he visto este año dos veces, lo suficiente para decir que van a dar muchísimo de que hablar.

Este cuarteto de músicos de esquina, defiende con hombría, cual navegantes que son, el oficio del músico, ese de llevar en volandas su música, por encima de caches y exigencias varias, para hacer que el receptor la destile en emociones, Con el reclamo de… “-Quien no tenga nada… que no eche nada!! Quien tenga un poco… Que eche un poco!! y quien tenga mucho… QUE LO ECHE TODO !!-” se erigen como dignos herederos del mestizaje musical, el de barrio (cual sino). Tremendos en letras, pasmosos en la reivindicación con Se lo están llevando, se permitieron el lujo de sentar catedra en coherencia con Tiempo y de hacer suyas canciones de siempre, como el himno partisano Bella ciao y el mítico “esucristo García de Extremo. No amigos, no son versiones, como bien dicen ellos –“La vallekana no hace versiones, tocan canciones que marcaron su vida, ósea, nuestras”- Y así acababa un final de gira de este irreverente e impresionante barco que es la vallekana, deseando volver a verle navegar.

Momento de sopla las velas, y escuchar de primera mano todo lo que ha crecido esta Atalaya de gentes libres, sus actividades, su pelea con el IVIMA y con la necedad de los gobiernos.

Ya éramos alrededor de los 1000 asistentes, había que coronar la noche, pues nada mejor que el grupo (a día de hoy) Más reivindicativo y en plena brecha de la lucha hacia ese mundo más igualitario, más justo y mejor. El nombre Mafalda, aun procediendo de las muchas orillas que tiene el Túria, en cierta manera, tienen un origen vallecano. Si amigos, exactamente de boca del genial cantautor que ha dado la tierra vallecana, Ismael Serrano a la hora de describirnos como la pequeña Mafalda jugaba con las bombas nucleares en su genial canción “Buenos Aires 2001”. De allí nacieron, así que pasaporte vallekano tendrán siempre.

 Y así, como si de su barrio se tratase, con el aliento de esos mil fieles, Mafalda, con sus 9 sonrisas al hombro, empezó a interpretar Asumiendo todo el miedo  de su último trabajo “La última vez que te escucho” un discazo, de esos que en los medios lees “El disco que les encumbra…”, “El disco de su madurez…”. Aquí nuestra humilde opinión (ENLACE AQUÍ). A mí me gustaría llegar más lejos y decir que Mafalda es ese ejemplo de hacer las cosas bien, de congruencia, y en nada ese grupo que despegará, con un directo apabullante, porque además de su musicalidad, tienen coherencia y memoria, como lo demostraron toda la noche, tema tras tema, se deshacían en halagos hacia el público, a la organización y a los grupos.

Nada más había que ver a la gente bailar ska, reggae, funk y hardcore, a lo que llaman ellxs Reggaecore, había ganas de Mafalda, había ganas de escuchar en vivo temas como Walk, Diablo gris y sobre todo  en DeConStrucciÓn  que sirvió sin duda como B.S.O a toda la jornada festiva que estábamos viviendo.

El que suscribe (son varios concierto) nunca había visto la Atalaya como aquella noche, en la que hubo de todo, hasta un pequeño accidente con la caída de uno de los altavoces, cuando sonaba En guerra. Arriba con él, cual santo en precesión, y a seguir desde el estribillo. Con más fuerza y más garra, demostrando asi, que a estos chicos y chicas nada les podía parar.

Llegábamos al final con “Libre y Salvaje” y “La llorona”  para dejarnos sin ningún tipo de duda de que Mafalda está muy por encima de grupos del corte y que un directo así (dadas las limitaciones técnicas) pocos son capaces de llegar con tantísima fuerza. Ganas de seguir viendo a ese dibujo de Quino jugando a la guerra nuclear, honrado de ver grupos que están comprometidos, no solo de palabra, sino por sus hechos. Gracias a esto, la Atalaya cumplirá muchísimos, nos vemos en la siguiente. Salud y libertad.

Texto: Makeda

Fotografía: Garay Green